Seguramente muchos de vosotros, aún hoy en día, os habréis encontrado con entregables de UX plagados de texto, instrucciones y frases descriptivas, que intentan solucionar mediante el uso del lenguaje escrito lo que no se ha podido solucionar visualmente. Este tipo de soluciones, generalmente, entorpecen mucho la interfaz y la hacen poco fluida, ya que no hacen otra cosa que parchear problemas de diseño.
Esta inercia, cada día más en desuso, quizá sea debida a que durante mucho tiempo en este país, el diseño o lo visual tuvo mucho descrédito entre los profesionales de la Usabilidad y la Arquitectura de la Información. El diseño estaba completamente separado de los atributos de la usabilidad, era muy común oír frases del tipo “eso es ya un problema de diseño” o “que lo solucione el diseñador”. Esto fue en gran parte condicionado por el background multidisciplinar de los pioneros de la profesión.
En las culturas occidentales, el lenguaje (y por tanto el pensamiento) está basado en una estructura semántica, percibimos el mundo por una serie de conocimientos descriptivos lo cual nos lleva inevitablemente a una lógica científica y lineal, buscamos un sentido inequívoco de las cosas: qué, cómo, cuándo y por qué.
El lenguaje y pensamiento visual no funcionan así, los elementos visuales no tienen un sentido inequívoco, lo cual ya choca con la forma de pensar de la mayoría.
Uno de los pioneros en analizar y dignificar el pensamiento visual fue Rudolf Arnheim, psicólogo y filósofo nacido en Berlín en 1904, muy influido por la psicología de la Gestalt y la Hermenéutica. Para Arnheim, el hombre moderno está permanentemente acosado por el mundo del lenguaje y lo utiliza demasiado para relacionarse con el mundo.
En su libro Visual Thinking (1969), un clásico en las escuelas de Arte y Diseño, plantea que existen otras formas de aprehender el mundo basadas en los sentidos, por ejemplo, en la vista. El lenguaje nos sirve para nombrar lo que ya ha sido escuchado, visto o pensado, pero abusar de él nos puede paralizar en la resolución de problemas mediante la creación intuitiva.
«All perceiving is also thinking, all reasoning is also intuition, all observation is also invention.»
Rudolf Arnheim, Art and Visual Perception: A Psychology of the Creative Eye (1954)
Para Arnheim, la inteligencia es imposible sin percepción. Las ideas o conceptos que tenemos de un objeto nos condicionan cómo los percibimos. Percepción y pensamiento actúan de forma recíproca. Por ejemplo, un estímulo visual sobre un objeto desconocido nos llama más la atención que otro con el que estamos familiarizados (por ejemplo una fruta exótica). Esta continua retroalimentación entre estímulo e intelecto nos facilita nuestra vida cotidiana.
Mediante la creación de artefactos visuales (con mayor o menor definición o conceptualización), no hacemos otra cosa que proyectar nuestras ideas, ponerlas en orden sobre el papel para volver a percibirlas y elaborarlas mejor. La representación visual de los conceptos nos ayuda a pensar y conectar las ideas con el mundo real, para Arnheim es vital estar con los pies en la tierra. No podemos enseñar matemáticas sin dar ejemplos prácticos.
“We shape our tools and thereafter our tools shape us”
Marshall McLuhan, Understanding Media (1964)
Según Arnheim hay tres actitudes de observación:
Estas 3 formas de observación y pensamiento visual son de uso contínuo y combinado en nuestra profesión. Por ejemplo, la primera sería utilizada para representar diagramas y conceptos abstractos. La mirada pictórica sería la propia del diseñador visual, que necesita una aproximación realista al producto final. Y la tercera es la que utilizamos para idear y buscar nuevas posibilidades, tanto de interpretación visual de los elementos de la interfaz como de la interacción.