Londres, corre el año 1942. Daphne Oram, una talentosa pianista, organista y compositora de tan sólo 18 años, rechaza una plaza en la Royal College of Music por un empleo en la BBC como ingeniera junior de estudio y “ecualizadora de música”.
A los pocos años de trabajar allí descubre los avances en sonido sintético. En 1946 la BBC acababa de adquirir unos magnetófonos que usaba de forma puntual para realizar grabaciones de ópera, y empieza a experimentar por su cuenta con estos: recogía todos los magnetófonos disponibles y los desmontaba en un estudio, quedándose a menudo en él hasta altas horas de la madrugada. Grababa sonidos en las cintas, las cortaba y hacía loops con ellas, jugaba bajando y subiendo la velocidad de reproducción, las reproducía al revés… Cuando amanecía, volvía a dejar todos los magnetófonos en su sitio.
Daphne Oram fue una visionaria que desde el primer momento tuvo claro el potencial creativo de las máquinas:
«Así como la cámara y la película de cine han explotado las ideas de tiempo y espacio para contar historias, seguramente el micrófono y la cinta podrían hacer lo mismo con la música»
Mientras experimenta con estas nuevas tecnologías, también se dedica a componer música, creando piezas emblemáticas como Still Point, la primera composición de la historia que combina orquesta clásica con sonidos electrónicos. No obstante, nunca fue interpretada en directo, la propia BBC la rechazó y permaneció únicamente como partitura durante 70 años, hasta el 24 de junio de 2016, cuando la Orquesta Contemporánea de Londres interpretó Still Point en directo por primera vez.
No tardó mucho en ser directora de estudio, y en 1958 ella junto con su colega Desmond Briscoe, convencieron a la BBC para crear el Radiophonic Workshop, uno de los primeros estudios especializados en efectos de sonido, atmósferas y música de fondo. Su trabajo aquí fué seminal, sentando la base de técnicas para la creación música electrónica, y colaborando en la creación de temas emblemáticos como el de la série de TV Doctor Who.
Pero Daphne iba demasiado deprisa para la época, en todos los sentidos, su compañeros masculinos la consideraban “una persona muy difícil, voluntariosa y obstinada, atributos muy malos para una mujer”. Así que en el año 59 deja la BBC para montar su propio estudio-laboratorio en un granero del condado de Kent, donde desarrolla su propia técnica para crear sonidos electrónicos: Oramics.
Oramics es un artefacto completamente disruptivo incluso a día de hoy, es como un eslabón perdido en los instrumentos de música electrónica. Daphne tenía conocimientos sobre grabación óptica y su uso en los proyectores de películas, y quería controlar su sistema dibujando directamente en tiras de película. La técnica de Oramics consiste en dibujar ondas en películas fotográficas de 35mm, estos dibujos eran leídos por células fotoeléctricas que a su vez generaban una carga eléctrica, controlando así la frecuencia, el timbre, la amplitud y la duración del sonido. La máquina era monofónica, sólo podía reproducir un sonido a la vez, por lo que si quería añadir variables al sonido, como el tono o el eco, tenía que utilizar varias cintas en paralelo.
La flexibilidad y el control sobre los matices de los sonido no tenía parangón en los sintetizadores analógicos de la época. Además la interfaz era completamente intuitiva y natural (NUI), había una relación directa entre la imagen gráfica y la señal de audio, bastaba con jugar experimentando con las formas de las ondas para crear sonidos. Daphne llegó a depurar tanto la técnica en su cabeza, que podía imaginar visualmente los sonidos que quería reproducir.
Por desgracia Oramics tuvo un recorrido muy corto, a pesar de que fué utilizada en los 60s en varias películas y obras teatrales, su uso práctico fue reemplazado una vez que la tecnología de control del voltaje se introdujo en los sintetizadores, sin embargo inspiró a desarrollos posteriores en software.
Daphne Oram también dejó escritos sobre música electrónica y técnicas de estudio, su obra principal An Individual Note of Music, Sound and electronics es un libro muy especial y raro, se podría decir que es como un manual de electrónica desde una perspectiva filosófica-mística.
La idea de un sistema de «música gráfica» obsesionó a Oram durante toda su vida. A pesar de sus grandes aportaciones, fue un personaje anónimo en vida. Su legado empezó a salir a la luz después de su muerte en 2003.
Su perspectiva de la música electrónica, no como algo mecánico y sin alma, sino como algo potencialmente orgánico e imperfecto (como cualquier otra música), es muy humanista y democrática. La interfaz gestual de Oramics permitía que cualquier persona pudiera componer su música de forma experimental e intuitiva. Su trabajo, aunque suene ingenuo desde una perspectiva actual, nos invita a huir del cinismo y el pragmatismo, alentandonos a crear herramientas creativas y accesibles.
Bibliografía: