Hace cosa de un año aproximadamente, yo me encontraba esperando a una persona en la Plaza Cataluña de Barcelona, era un día entre semana por la tarde.
Mientras mataba el tiempo ojeando un libro, un turista con aspecto “mochilero” y los ojos hundidos en ojeras, me espetó en inglés con un acento totalmente yanqui:
- “Excuse me. Where is la Roamblasss?” (preguntándome por la Ramblas).
- “La tienes ahí mismo”. Le contesté mas o menos (sólo tenía que darse la vuelta para encontrar la calle)
El tipo al parecer recién salía de la estación de tren, y estaba totalmente desorientado.
- “Oh cool. Ah! una cosa más: (mientras me ofrecía amablemente un cigarrillo) ¿Está muy lejos Andorra?”
- “¿Perdón?”
- “Sí, Andorra, montañas, Piranios…” (Pirineos). “Quiero coger el tren mañana por la mañana para ver Andorra”
- “Ah! Quieres hacer senderismo” (por buscarle algo de sentido a la pregunta, el tipo me calló simpático ¿Y quién demonios pregunta por Andorra en el centro de Barcelona?)
- “No, no… quiero visitar Andorra. Hoy Barcelona, mañana Andorra, pasado París, luego Londres… vuelvo dentro de 4 días a Colorado.”
Ahí ya me desmontó completamente.
- “Pero entonces… ¿No vas a conocer nada de la ciudad? ¿Te vas a pasar las vacaciones en los trayectos?”
- “No me importa, tengo 7 días de vacaciones por Europa y quiero estar en el mayor número de lugares posibles.”
Después me despedirle me quedé observándolo mientras desaparecía entre el tumulto de turistas de las “Roamblass”. Otro turista Foursquare.
Personalmente es un tipo de experiencia que no entiendo. Cuando visito un lugar de vacaciones, me gusta establecer un “campamento base” y planificar visitas por la zona, intentando descubrir todos sus rincones. La experiencia Foursquare, me parece totalmente dominada por la ansiedad, estar en todos los lugares pero no estar en ninguno, llevarse un bonito mapamundi con check-ins a la tumba.
Del mismo modo, una práctica bastante extendida en nuestra comunidad es realizar propuestas de diseño basándose en el volumen de pantallas, lo cual me parece una aproximación bastante superficial a los proyectos.
¿A cuánto va la pantalla? No tengo ni puñetera idea, depende de la pantalla… Si hacemos realmente experiencia de usuario, y si se trata de un proyecto complejo en el cuál no se puedan aplicar “de cajón” los patrones de diseño de interacción existentes, y en el que sea necesario la participación de alguien que ayude a definir la experiencia de usuario (no a pintar los wireframes o diseños que tenga pensados con todo lujo de detalles el cliente) soy más partidario de acordar colaboraciones a largo plazo, de un mínimo de 2 a 3 meses.
¿Tanto? Teniendo en cuenta las iteraciones por cada pantalla, variaciones según volumen de información, cambios de estado, especificaciones, documentos funcionales, test, cambios post-implementación… Yo más bien diría, tan poco.
Es por esta razón que el modelo boutique basado en el entregable final creo que carece de sentido si nos dedicamos a los que nos dedicamos.
Con una aportación puntual de un estudio o empresa de UX o diseño, tendrás una bonita estilización de tu proyecto que posiblemente sólo podrás utilizar como inspiración. Mi recomendación, si estás pensando en contratar a un experto en UX, es que lo metas realmente en la cocina de tu proyecto durante una buena temporada, no que sólo haga check-in.
Muy bueno lo del turista Foursquare.
Yo añadiría que es necesaria la revisión posterior al desarrollo. No basta con entregar el trabajo, hay que asegurarse que la experiencia con el producto/sistema es la definida.
Quiero decir: por mucho y bien que se defina la interacción previamente, el trabajo no vale de nada si se implementa mal. O será que siempre me encuentro con desarrolladores poco comprometidos…
Sí, también nos toca hacer QA…
Respecto al tema de los desarrolladores, hay de todo. Yo me he encontrado con muchos ingenieros muy comprometidos, que incluso plantean alternativas y mejoras a mis propuestas. Es todo cuestión de dialogar.
Gracias Ruy!