Como diseñadores de interacción, gran parte de nuestro trabajo es documentar de forma gráfica aspectos conceptuales como procesos y funciones, descripciones de modelos que pueden afectar tanto al software o servicio que estemos diseñando. Uno de los modelos más utilizados, a la hora de representar algoritmos o procesos, son los diagramas de flujo: un artefacto que describe de forma visual y secuencial las instrucciones de un proceso.
Su historia se remonta a principios del siglo XX, más o menos entre 1908 y 1924, cuando Frank y Lillian Gilbreth estudiaron de forma sistemática los movimientos que realizaban los trabajadores con el objetivo de mejorar sus tareas. Documentaron este estudio, mediante películas y modelos en 3D de los movimientos.
Para proyectar gráficamente esta investigación sistemática, crearon un alfabeto visual denominado “Therbligs” (Gilbreth leído del revés), dando nombre a cada una de las acciones involucradas en una tarea.
Mediante la diagramación de therbligs de forma secuencial, podían identificar aquellas aquellas tareas que eran innecesarias o ineficientes, eliminando incluso fracciones de segundo en tiempo perdido, creando así los primeros gráficos de procesos.
Frank Gilbreth presentó en 1921 el primer diagrama de flujo a los miembros de la ASME. En su ponencia «Process Charts – First Steps in Finding the One Best Way«, resultado de la investigación conjunta con su mujer, ya enfatiza el propósito sintético e iterativo del artefacto:
The Process Chart is a device for visualising a process as a means of improving it. Every detail of a process is more or less affected by every other detail; therefore the entire process must be presented in such form that it can be visualised all at once before any changes are made in any of its subdivisions. In any subdivision of the process under examination, any changes made without due consideration of all the decisions and all the motions that precede and follow that subdivision will often be found unsuited to the ultimate plan of operation.
La intención de los Gilbreth era representar de una forma gráfica, abstracta y sintética, las condiciones actuales de un proceso, con el objetivo de optimizarlo para hacerlo más rentable y eficiente. Diagramando un proceso es más fácil de detectar un error y posibles incoherencias, ya que se tiene una visión general de todo el sistema.
Pronto llegaron a la conclusión de que también era una forma eficaz de presentar una idea desde el punto de vista del negocio o servicio, ya que se trata de una visualización muy estructurada.
A principios de los años 30, Allan H. Mogensen, un ingeniero industrial que había estudiado los métodos de los Gilbreth, después de realizar trabajos de consultoría en empresas como Kodak, se unió a la Lillian Gilbreth y asociados comenzando a formar a gente de negocios en los métodos de simplificación del trabajo a través del modelado de procesos.
El uso de diagramas de flujo, era una buena herramienta para mediar entre los diferentes departamentos y actores implicados, ayudando a la solución de problemas de comunicación y limando posibles discrepancias. También permitía identificar patrones y similitudes entre procesos, haciendo posible un uso más eficiente de las tareas y facilitando la transferencia de habilidades.
Mogensen formó a muchas personas en las “Work Simplification Conferences”, un programa intensivo de seis semanas que tenía lugar en Lake Placid (New York) y que desde 1937 influyó durante casi 50 años a profesionales como Art Spinanger y Ben S. Grahan, que mediante su programa “Métodos Deliberados de Cambio”, contribuyeron a ahorrar miles de millones de dólares en empresas como Procter & Gamble. Grahan contribuyó además a llevar más lejos el diagrama original que se presentaba en las conferencias de Mogensen, expandiéndolo a múltiples flujos de información.
Pocos años más tarde, en pleno fervor del Scientific Management, en 1947 la ASME adoptó un conjunto de 5 símbolos, derivados del trabajo original de los Gilbreth, como el estándar para los diagramas de proceso. El mismo año Herman Goldstine y John von Neumann crearon el actual alfabeto visual de los diagramas de flujo en ingeniería informática, que corresponde a las funciones o instrucciones básicas de una computadora, facilitando así la traducción posterior en un lenguaje de programación.
En diseño de interacción se suelen utilizar estos últimos, en una versión más o menos sofisticada según el contexto, y de una forma más flexible combinándolos con otros elementos gráficos.
Sorprende que pese a ser un artefacto utilizado en multitud de disciplinas y metodologías de innovación, se trata de una herramienta con más 100 años de historia diagramada.
Bibliografía: